La guerra empieza aquí

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Nunca más una guerra. Un deseo compartido por millones de personas en todo el mundo como pudo verse en fechas no muy lejanas. Muchas menos son las personas conscientes de que sus impuestos, sus ahorros (por ejemplo, Caja Madrid, BBVA, AXA e ING invierten en empresas de armas), y puede que hasta su trabajo (transporte de material militar, investigación militar, empresas de armamento) garantizan un próspero futuro para la guerra. ¿”Misiones humanitarias”? ¿”Guerra contra el terrorismo”? Todos los ejércitos revisan sus argumentos y renuevan su armamento y sus medios de transporte para golpear globalmente allí donde las élites del primer mundo lo consideren beneficioso para sus intereses. La globalización económica dispone también de brazo militar. Es la era de la globalización del militarismo: la liquidación de las libertades civiles dentro y la guerra global en el exterior.

Además, las invasiones de Iraq y Afganistán dejaron definitivamente claro que las guerras a miles de kilómetros de donde vivimos empiezan realmente al lado de nuestras casas. Desde las bases militares en los alrededores, pasando por las carreteras y vías férreas que usamos todos los días, hacia los puertos y aeropuertos, antes de llegar a la “zona de guerra”.

Con esta idea central, en l último año, AA-MOC ha estado construyendo, junto con grupos pacifistas y antimilitaristas de Bélgica, Reino Unido, Francia, Holanda, Suiza y Suecia, una red a escala europea que actúe coordinadamente sobre este entramado formado por empresas, instituciones, instalaciones, políticas, dinero y sobre todo silencio, que prepara y ejecuta la guerra desde aquí.

En València, como en el resto del territorio español, las personas que han participado en el MOC a lo largo de los años siempre han tenido una especial predilección por espacios castrenses como escenario de sus acciones de protesta contra el militarismo y el reclutamiento. Sobre todo, los centros militares de la ciudad de Valencia, como por ejemplo Gobierno militar, la delegación del Ministerio de Defensa, los cuarteles de la Alameda, Capitanía General o el museo de historia militar, han visto sus interiores o sus puertas ocupadas por activistas del MOC para que nuevos objetores de conciencia, primero, e insumisos, después, hicieran pública su determinación de desobedecer el servicio militar.

Pero no es hasta 2002, cuando el cuartel de Bétera pasa a formar parte la Fuerza de Respuesta de la OTAN, cuando el grupo inicia una línea de trabajo consciente por el cierre y reconversión de las instalaciones militares para usos sociales y ecológicos. Primero participando dentro de la Campaña contra la base de la OTAN, luego coordinándose con otro grupos antimilitaristas y plataformas por el cierre de instalaciones militares en otros lugares del Estado español con el lema “Reclama la base: ni un palmo de tierra para la guerra”, y posteriormente, desde 2007, en el marco de la campaña de acción directa a escala europea para visibilizar y denunciar la infraestructura militar que hace posible las guerra en todo el mundo: “la guerra empieza aquí, parémosla desde aquí.”

Entre 2002 y 2011, antimilitaristes-moc ha dinamizado u organizado directamente marchas y acciones de desobediencia civil (inspecciones ciudadanas) a la base de Bétera con la ayuda de diversos colectivos de base en las que han participado más de doscientas personas, además de intervenciones de “guerrilla de la comunicación” como la campaña gráfica “Guerra Mítica”.

Entre los frutos de este trabajo están la serie de artículos en la web antimilitaristas.org sobre la infraestructura militar española “Base a base”, o el mapeo a escala europeo en la web warstartshere.org.

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